sábado, 14 de diciembre de 2013

Definición de equipo: Atlético de Madrid

Viste de rojiblanco, puede presumir de tener, de lejos, la mejor de las aficiones del fútbol español y tiene, por fortuna, al entrenador más cualificado que podría poseer en nómina en virtud de los atributos y características del equipo que dirige.

La mutación del Atlético de Madrid se empezó a gestar el 23 de diciembre del 2011. La segunda etapa de Gregorio Manzano, como tantas otras en el mundo del fútbol, se vestía de fracaso absoluto y, en consecuencia, la cúpula directiva asumía su error y destituía al "profesor".

Entre la terna de aspirantes al banquillo del Manzanares resaltaba por encima de las demás la figura de Simeone, mito, héroe y leyenda como jugador colchonero y que, además, venía haciendo sus "pinitos" como entrenador con resultados nada desdeñables. El fichaje se hacía oficial y la afición atlética pasaba encomendarse a su, de nuevo, ídolo.


Mano dura

Desde el principio se notó la mano de Diego Pablo. Supo enderezar a un grupo sin afán de competitividad y semana a semana fue vistiendo de guerreros a sus jugadores, por entonces timoratos y, por qué no decirlo, cobardes. Los resultados no tardarían en llegar, consiguiendo una regularidad meritoria en comparación con el fútbol mediocre que le precedía, logrando además justamente el billete para la final de la Europa League, donde aplastaría en la final por 3-0 al Athletic de Bilbao de su colega Bielsa. Aquella misma temporada, el equipo finalizaría en la quinta posición a tan sólo dos puntos de la Champions. Posteriormente, derrotaría al Chelsea en la Supercopa de Europa más que justamente,

Durante aquél verano el Cholo consiguió retener a Falcao en el Vicente Calderón ante la amenaza de magnates varios, y además rodeó al colombiano de una pila nutrida de notables jugadores que acabarían dando muy buenas alegrías a la parroquia local.

Hablamos de gente como Juanfran, al que redescubrió como lateral derecho llevándolo a la selección, hablamos también de la dupla Miranda-Godín, posiblemente a día de hoy, aunque no guste, la pareja de centrales más fiable de Europa. La sobriedad de Filipe, siempre correcto por el flanco izquierdo. Todo ello resguardado por Courtois, no vamos ahora a descubir al belga. No sería justo.

Cuarteto modélico

Pero ha sido y es el centro del campo donde Simeone ha moldeado más a su antojo al Atlético de Madrid. Es ahí donde se ve y de qué manera la mano y los criterios de un entrenador. El cuarteto Gabi-Mario-Koke-Arda es y será una obra de arte diseñada por el argentino a conciencia. Sin mucho brillo y glamour siendo honestos pero sí con una personalidad demoledora en base a coraje, oficio y pundonor. Cuatro jugadores comprometidos por la causa.  Una sinfonía perfecta.

Gabi y Mario asfixiando al rival en labores defensivas. El primero ejerciendo y dando ejemplo como capitán en todas su dimensiones y el segundo creciendo a pasos agigantados como pulmón infatigable.

Koke, un faro que no deja de alumbrar. Palpable, visible. Iniciando y liderando la transición del juego de ataque junto a Arda, que es quien percute una y otra vez ejerciendo de embellecedor con quilates de calidad. Lo de Koke, insisto, es antológico. Jorge Resurrección, del poco se sabía hace año y medio, está llamado a ser un referente en el fútbol español. Brasil ya no es un sueño. Desde luego que no.

Cuatro peones entrelazados entre sí, sabedores de su rol en el equipo y que se han empapado de la filosofía de su entrenador plasmándola sobre el terreno de juego. 

En la punta de ataque, Radamel Falcao como estrella y Diego Costa como acompañante de lujo completaban un 11 demoledor, bien engrasado y conjugado en todas sus formas verbales como ninguno. Todos ellos, como equipo y bloque modélico, fueron capaces de ganar al Real Madrid en la final de la Copa del Rey, no sin suerte, mucha suerte. Neptuno se erigía como inesperado triunfador en la capital cuando todos auguraban fiesta y de las gordas en la vecina Cibeles, que se acostaba aquella noche huérfana de protagonismo y condecoraciones.

En Liga, conquistarían su objetivo principal, meterse en la Champions League por el camino directo como tercer clasificado. Los sueños se cumplían y el club presidido por Enrique Cerezo veía como en un año y medio el devenir de su escudo se volteaba con tres títulos por el camino.

Pese a los logros, Radamel Falcao ponía fin a su etapa como colchonero, algo que se veía venir, y emigraba al Principado de Mónaco en busca de más y más plata. Cochino dinero. El vacío dejado por el delantero sudamericano era a priori un lastre a llevar en la mochila durante una eternidad, pero como ya ocurriese con la salida del Kun, el Atlético se movió como un lince en el mercado de fichajes y ató al 7 de España, el Guaje Villa por la pírrica cantidad de 3 millones de euros. El asturiano, al que muchos veían equivocadamente en él  un exjugador tras su salida gris del FC Barcelona, sigue aportando goles y experiencia. Jugadorazo.

Diego Costa, versión 2.0

Además, el arquitecto Simeone fichaba, sin desembolso alguno, a la nueva versión de Diego Costa. Lo del hispano-brasileño, o mejor dicho, lo del español ahora ya a todos los efectos, no tiene palabras ni calificativos. Su explosión goleadora y de generación de juego ha sido tal que ya nadie sabe donde están fijados todos sus límites. En el Manzanares ya nadie se acuerde de Falcao. Por algo será.

Transcurrido un tercio de competición de la actual temporada 2013-2014, nos topamos con un Atlético de Madrid colíder junto al FC Barcelona en el campeonato liguero, habiendo ganado de por medio en el Santiago Bernabeu, donde zarandeó brutalmente a su eterno rival por momentos pese al escueto 0-1 final. Qué repaso, señores. No se pierdan el vídeo adjunto que resume el vendaval rojiblanco en Concha Espina. Previamente, se dejó por el camino una Supercopa de España que mereció tanto o más que el equipo del Tata Martino.



Además, ha finalizado primero de grupo en la máxima competición europea donde le bastaron cuatro partidos para certificar su pase a octavos por la puerta grande, lo que le permitió jugar los dos últimos choques compitiendo como nadie con varios suplentes de lujo ante equipos inmersos en la batalla por la segunda plaza. Veremos qué le depara el sorteo del próximo lunes.

Roles aceptados

Si algo ha aprendido el Cholo respecto al año pasado es a tener a su plantilla hipermotivada. Los fichajes de este verano han dado mayor profundidad a la plantilla y todos o casi todos se sienten importantes en la plantilla sea cual sea su rol. Al once titular ya conocido por todos se unen jugadores que aportan, y mucho, como lo son Raúl García, al que me atrevo a confirmar como, a día de hoy, el jugador español más en forma. Brutal lo del navarro. 9 goles en 19 partidos, los mismos que marcó en toda la temporada pasada. Sin palabras. La selección es una utopía porque lo tiene que ser dada la filosofía de Don Vicente, pero no debería ser así. En otra época sería capitán general.

Junto a él, jugadores como Thiago, el Cebolla, Alderweireld, el diamante en bruto Oliver Torres, Adrián, Manquillo e Insúa, entre otros, aúnan todas las cualidades que un equipo debe tener. Al menos el del Cholo.

Con el partido de vuelta de Copa como mero trámite ante el modesto Sant Andreu, estamos ante una oportunidad histórica para el Atlético de Madrid. Aunque muchos, la mayoría, lo sigue viendo como un equipo que se acabará desinflando como un globo que acaba de pinchar, creo sincera y honestamente que este equipo está llamado y en disposición de alcanzar metas inimaginables hace escaso tiempo.

Que nadie ponga en duda que luchará por avanzar sin límite alguno en la Champions hasta Lisboa y no seré yo quien se sorprenda si el próximo 24 de mayo vemos a Gabi levantar la ansiada orejuda, Difícil, muy muy difícil siendo honestos, pero no imposible. De la misma manera que si este equipo no sufre alguna lesión de peso de aquí a final de temporada luchará hasta el final por ganar la Liga y revalidar su condición de actual campeón de la Copa del Rey.

Es innegable que este equipo, este equipazo, compite como nadie en España y como pocos en Europa. En mi opinión, mejor que el FC Barcelona, que parece vivir de rentas y de los automatismos del pasado, y mucho mejor que el Real Madrid, anquilosado en su osada y brutal pegada y en unas carencias como equipo visibles por todos.







miércoles, 20 de noviembre de 2013

Los caprichos de Gerard

Me duele de veras tener que llegar al punto de escribir unas líneas, no muy halagüeñas la verdad, en torno a la figura del central del FC Barcelona, Gerard Piqué. Mi intención no es otra que tratar de reflejar el estado de forma, físico y emocional que vive a día de hoy quien hace tres o cuatro años era considerado como el mejor central del mundo y que actualmente vive, siendo honestos, de rentas. De insuficientes rentas. Comencemos.

Debutando al más alto nivel de la mano de Sir Alex Ferguson y fogueado a fuego lento en Zaragoza, el barcelonista careció del protagonismo esperado en su segunda etapa en Old Trafford. Por ello, y con más de una discusión de por medio por mi parte con amigos varios, si hay una persona que apostó por el canterano fue Pep Guardiola. Cierto es que sin su efímero paso por Reino Unido y Zaragoza Piqué no habría hecho las maletas de regreso a la ciudad condal.

Pep dio el paso

Pero quien tuvo los "huevos", permítanme la expresión, de ponerlo como titular desde el primer momento en la temporada 2008-2009 en el Camp Nou sin un CV mayúsculo, con todo lo que ello implicaba, ése fue Pep, no otro, y, guste o no, él ha sido y será siempre su principal valedor, máxime con el ambiente crispado y convulso que se vivía por entonces en el seno del club tras dos temporadas aciagas en el ocaso de Rijkaard.

En total, aquella temporada Piqué jugo 45 partidos, casi nada, con actuaciones soberbias en Liga, Copa y Champions, como aquel gol en Chamartín que daba forma al set culé en aquél inolvidable e irrepetible 2-6.



Con Guardiola en el banquillo y Puyol como pareja de central y "hermano mayor", Gerard siempre estuvo vigilado y controlado en todo momento en su meteórica progresión, lo que le sirvió para ganarse el apodo de "Piquenbauer" en pos a su salida de balón, elegancia y muy buenas maneras.

Triplete antológico de clubes en mano y mundial histórico de selecciones un año más tarde en la buchaca, Piqué pasaba a ser, de forma unánime, el mejor central del mundo a sus 23 años.


Inoportuno noviazgo mediático

Meses más tarde, se confirmaba su noviazgo con Shakira, lo que era hacer oficial un secreto a voces conocido por todos. Más me duela, este hecho ha supuesto un antes y un después dañino en su carrera como futbolista.

En la última temporada con Guardiola en el banquillo y tras hartarse a ganar títulos en la época dorada, a Pep no le tembló la mano a la hora de sentarlo en el banquillo y dejarlo fuera de la convocatoria en repetidas ocasiones e incluso se llegó a rumorear y filtrar que una de las razones que llevaron al de Santpedor a poner fin a su ciclo como entrenador del FC Barcelona fue la actitud relajada, crecida, insultante y, por qué no, chulesca de varios de sus jugadores, con Gerard Piqué a la cabeza.

Joven, guapo y rico, Piqué no asimiló correctamente su momento triunfal y pasó a ser noticia paulatinamente por su vida privada y no precisamente por sus buenas actuaciones sobre el terreno de juego. La temporada pasada, con Tito en el banquillo virtualmente debido a su enfermedad, Gerard decidió unilateralmente acogerse a una "barra libre" vitalicia inexplicable que todavía perdura.

Rol actual inmerecido

Desde entonces, su rendimiento en el campo es, si no nefasto, mediocre e insultante para un club como el que representa. Fuera de forma, en estado de shock y dejadez permanente, Piqué lleva demasiado tiempo viéndose a sí mismo como uno de los pesados del vestuario y titular indiscutible dada la escasez de efectivos en el eje central durante los últimos años. La enfermedad y posterior salida de Abidal, las lesiones crónicas y permanentes de Puyol y la ayuda de Zubizarreta desde los despachos a la hora de no fichar se han traducido en cientos de minutos de más e inmerecidos y un rol equívoco de insustituible.

En la presente temporada, el comienzo de Piqué ha venido marcado por actuaciones mas que discretas y por momentos imperdonables camuflados por las soberbias paradas de Valdés. No ha sido hasta hace escasas fechas con la irrupción en el tapete del talentoso Bartra y la recuperación -toquemos madera- de Puyol cuando Gerard ha dejado de ser irreemplazable. Se adjuntan dos vídeos en los que uno se puede cerciorar de la lentitud y falta de concentración y compromiso que se desprenden de las actuaciones actuales del central.






En el gol de Rakitic encajado ante el Sevilla, la lentitud e indecisión a la hora de anticiparse son alarmantes mientras que en el tanto en propia puerta ante el Milán ese balón no es despejado no por mala suerte sino por una falta de concentración dantesca, innegable. En la temporada pasada, ante el Bayern Munich ya se marcó un gol en propia escandaloso, pero la actuación global del equipo en aquellas infaustas semifinales lo maquillaron.

La más dura realidad es que Piqué, sin Puyol, ha demostrado una inmadurez insultante y no ha sabido dar ese paso adelante para ser algo más que un gran central por momentos. Ni lidera ni transmite lo que de él se presuponía, a lo que se suma un estado físico paupérrimo que lo deja en evidencia con cada vez mayor frecuencia, sobre todo en las distancias cortas, donde se refleja una preocupante incapacidad para atajar las acometidas del rival.

Un tapete que no le corresponde

Pero no todo acaba aquí, no, lo más grave del asunto radica en el comportamiento poco profesional y nada ético que el barcelonés demuestra lejos de los terrenos de juego.

En los últimos tiempos a Piqué se la ha podido ver derrochando dinero en el Casino de Barcelona en los últimos años jugando al poker con asiduidad. Sin ir más lejos, el pasado mes de septiembre tuvo lugar en la ciudad condal una de las paradas del prestigioso y flamante torneo de poker, el European Poker Tour. En el mismo se pudo ver a Piqué "disfrazado" de jugador profesional, porque aunque lo intente aparentar a día de hoy no lo es.

La gravedad del asunto, a mi modo de ver, es que aquel evento coincidió con el partido de la selección española de fútbol ante Finlandia clasificatorio para el mundial en el que "casualmente" Piqué cumplía sanción por acumulación de tarjetas amarillas. Sólo les diré una cosa de la que estoy seguro, la fecha del torneo de poker era sabida  por todos de manera oficial desde hace varios meses. Saquen ustedes sus propias conclusiones.



La gota que colma el vaso es que el pasado fin de semana Pique fue "cazado" por unas jóvenes españolas en Londres. En las fotos, se puede apreciar al jugador del FC Barcelona paseando junto a Shakira y su hijo Milan por Hyde Park. Días antes había causado baja de nuevo con la selección, esta vez por problemas de pubis, problemas que no le impidieron coger una avión de ida y vuelta cuando lo más ético hubiese sido guardar reposo en Barcelona. Pero no fue así. Sigan sacando sus propias conclusiones.

Finalizaré mi exposición mostrándome muy defraudado por todos estos acontecimientos. Nadie se esperaba una evolución y comportamiento como el actual. Los caprichos de Gerard le han llevado a dejar de ser un futbolista modélico y sumamente respetado por el socio culé. De hecho, me cuentan que los pitos ya son una realidad y de no cambiar radicalmente la dinámica le seguiremos viendo quedar en entredicho, máxime ahora que Valdés está lesionado temporalmente y que pronto dejará de defender la portería del Camp Nou.















miércoles, 30 de octubre de 2013

Gus, Gus...Gustavo!!!

Gustavo Poyet llegó a Zaragoza con 22 años vestido de actor de reparto para irse siete años después como un héroe, una institución y posiblemente a día de hoy es el jugador más querido y con más carisma que ha desfilado por el municipal. Así lo recordamos muchos de los que pudimos disfrutar de él.

Sin duda alguna, un jugador distinto con alma de león rampante, leyenda presente del zaragocismo, tan huérfano de valores y raíces a las que aferrarse a día de hoy.


No lo tuvo fácil el uruguayo en sus comienzos recién cruzado el charco. Venía a priori para completar una delantera ya de por sí temida en Primera División. La por entonces conformada por jugadores consagrados como el "ratoncito" Pardeza, el "paquete" Higuera y, años más tarde, Gardel, el siempre polémico y genio al mismo tiempo Juan Eduardo Esnaider.

De él, poco o nada se sabía, la verdad. Un físico bien armado con aspecto de "tronco" y no muchos goles con los que presentarse en sociedad ante su nueva y siempre exigente afición tras un escueto paso por el  River uruguayo y Grenoble francés, equipos de segunda fila.

Su aterrizaje coincidió con una temporada convulsa y angustiosa que culminaría en la promoción agónica ante el Murcia. Destituido Ildo Maneiro, Víctor Fernández cogería las riendas del equipo en el ecuador del curso liguero pero los blanquillos no pudieron evitar jugarse a cara de perro el ser o no ser en la máxima competición..

Por si no lo recuerdan se vino de tierras pimentoneras con un empate sin goles en un duelo en el que los locales merecieron vencer sin miramientos con cierta holgura incluso. Una semana más tarde, el 20-6-1991, La Romareda albergaba uno de esos partidos que no se olvidan. Durante los días previos recuerdo un intenso acto de llamamiento a la afición, que debía llevar en volandas a los suyos. Y vaya si lo hizo.



Poyet, al que le costó hacerse un hueco en el equipo alternando titularidades con suplencias hasta que se le ubicó por detrás de los puntas, se doctoró ante los suyos en el mejor escenario posible abriendo la lata por partida doble, con dos dianas en las que sorprendió a la defensa rival llegando desde segunda línea, como a él tanto le gustaba acometer.

Al final, el marcador arrojó un contundente 5-2 en una noche mágica. Dos goles de un Pardeza sublime y uno más de Higuera completaban la manita que certificaba una salvación tan agónica como necesaria para la entidad.

Aquella noche supuso un punto de inflexión en la carrera del uruguayo, al que pronto la afición de La Romareda corearía, segura de sí misma y sabedora del diamante en bruto en propiedad, aquél cántico que se convertiría en icono del zaragocismo, el ya conocido por todos: "Gus, Gus, Gustavo..."



El transcurso de las temporadas fue deleitándonos con un Poyet con cada vez más peso en el equipo, ya consolidado en la posición de enganche. Pero ante todo se consagró como un jugador emblema, el buque insignia que todo plantel querría tener, ese guerrero invencible que contagiaba espíritu de lucha y sacrificio, que jaleaba a sus compañeros y alentaba a la afición en los peores momentos, capaz incluso de voltear el devenir de un encuentro en un simple lance, con un simple gesto, con esos sublimes aspavientos que jamás se han vuelto a ver.

Recuerdo con especial vehemencia la primera vez que fui a La Romareda con mi madre. Partido de Copa del Rey. Real Zaragoza-Oviedo. Resultado final 3-2, con goles de Poyet y Pardeza por partida doble. He podido rescatar un escueto vídeo donde se aprecia a Gus remachando el balón a la red tras un soberbio testarazo previo saque de esquina botado majestuosamente por Miguel Pardeza. Jamás olvidaré aquella noche, jamás.

Gracias mamá, gracias de todo corazón por llevarme a La Romareda aquella noche, disfrute, nunca mejor dicho, como un enano, el enano que era y sigue siendo, aunque aquél anciano al que le tiraste el bocadillo al foso aún se acuerda de tí...sin palabras.




Volviendo al meollo, eran otros tiempos y por entonces todo equipo que pasaba por Zaragoza solía irse escaldado y con cara de pocos amigos. Hablo también de F.C.Barcelona y Real Madrid, a los que el uruguayo zarandeó a su antojo  en más de una ocasión.
Sirvan como ejemplo dos goles en sendas victorias ante el equipo merengue por 4-1 (no se pierdan la chilena de Higuera previa al gol) y 3-2, resaltando esta última por la importancia del gol al borde del pitido final con trallazo desde la frontal en una noche en el que el Real Zaragoza se acostaría como líder de la competición y en la que Poyet deslució y eclipsó por completo el debut en Primera División de Raúl González Blanco.








Como aquel emblemático elenco de futbolistas, Poyet ganaría la Copa del Rey y rozaría el cielo en el Parque de los Príncipes tras el gol antológico de Nayim y aquella noche, en la noche parisina de la Recopa, pasó a formar parte del selecto y reducido grupo de jugadores que siempre serán recordados por la generación naranjito.



Lamentablemente dos años después el Real Zaragoza, en una nefasta e imperdonable gestión, decidió no renovar al héroe uruguayo, quien a sus 29 años reclamaba cobrarse en plata su rol en el equipo buscando lo mejor para los suyos. Lógico y entendible. Sin embargo, el club no cedió y el acuerdo nunca llegaría fichando ese mismo verano por el Chelsea inglés.

Recuerdo aquella desgraciada despedida, aquel fatídico punto y final, como un jarro de agua fría que dejo a la afición consternada y con un posó de desazón que todavía perdura. Inconscientemente el Real Zaragoza tomó ese verano, sin saberlo, la decisión de dejar de ser un grande y un equipo respetado y temido por todos.

El mercado nunca trajo consigo un relevo acorde a las prestaciones que ofrecía el 11 zaragocista y el paso del tiempo no se tradujo en el olvido hacia su figura, más bien todo lo contrario. Ya nada era lo mismo, los partidos adolecían de la magia del uruguayo, siendo tan sólo 90 minutos de fútbol, nada más.

Pero como el fútbol y el destino son caprichosos y van unidos de la mano, estoy convencido de que Poyet volverá no tardando mucho a la ciudad que le mitificó como un estandarte irreemplazable. Seguramente, lo hará para sentarse en el banquillo y a buen seguro que con mayor o menor fortuna impartirá las doctrinas y valores que durante tantos años fomentó.

Será entonces cuando se nos vuelva a poner la piel de gallina al escuchar de nuevo su nombre en boca de 35.000 gargantas y será sólo entonces cuando el Real Zaragoza recobre su identidad de equipo temido e infalible. Gus, Gus...Gustavo!!!












viernes, 11 de octubre de 2013

Víctor Valdés, el niño que no quería ser portero

Quizás muchos de ustedes no lo recuerdan, pero hace ya más de 11 años de que la "Pantera de Hospitalet" debutó defendiendo el escudo del F.C. Barcelona, exactamente el 14 de agosto del 2002 ante el Legia de Varsovia en la ronda previa de la Liga de Campeones. Días más tarde, se estrenaría en Liga ante el Atlético de Madrid en un partido que concluiría 2-2 y en el que la doble V dejó para el recuerdo una "cantada" mayúscula modo "tragabolas" tras un centro-chut de Otero al mismo tiempo que cuajó varias intervenciones de gran mérito.



Pero más allá de fechas y datos, la verdadera de historia de Víctor Valdés, la única y para muchos desconocida, viene marcada por su deseo, expreso y reiterado desde bien chiquito de no querer ser portero durante varios años y momentos a lo largo de su residencia en la Masia, el lugar donde lloró como nadie añorando a los suyos, aprendió a vivir en soledad y se preparó para defender los más que exigentes palos del Camp Nou.

Por eso, y como él mismo protagonista reitera en el vídeo que adjunto del "Informe Robinson", la figura de su hermano y su  padre son de importancia capital para Víctor. Ellos se encargaron y se obstinaron en hacer de él un gran arquero que como el vino ha ido madurado en barrica hasta mostrar su mejor sabor y versión con el paso de los años, temporada tras temporada.




Recuerdo poder disfrutar de la pantera en su etapa como jugador juvenil barcelonista en la Ciudad Deportiva frente al Real Zaragoza en un envite en el que más allá del resultado final, el cual siendo honesto ni recuerdo, dejó el poso de estar ante un portero con una planta y unas maneras bestiales.
Recuerdo, a su vez, ese pelo, esa melena forzada y húmeda, esa obsesión por querer demostrar una actitud chulesca y un carácter tan desafiante y artificial como innecesario para triunfar.

En este sentido, aparece la figura de Radomir Antic, quien tras coger el equipo a raíz de la destitución de Louis Van Gaal le dio el mejor de los consejos posibles a nuestro protagonista cuando, al verlo por enésima vez arregándose la "melenita" en visperas de un partido, le dejó sin palabras al soltarle la siguiente sentencia: "Si pensarás más en el partido que en el pelo serías mejor portero". Aunque nadie lo diga ni él mismo lo haya reconocido públicamente estamos ante uno de los puntos de inflexión en la carrera de Valdés. Sepulcral.




Otro de ellos es sin duda, tal y como él reconoce abiertamente, la memorable actuación del de Hospitalet en el Stade de France (París) aquel 17 de mayo de 2006 donde el FC Barcelona alzaba su segunda orejuda. Si preguntásemos al aficionado culè a día de hoy cuál es el primer recuerdo que se le viene a la cabeza al recordar aquella mágica noche seguramente muchos apuntarían el nombre de Juliano Haus Belleti.



Pero no tantos se acuerdan de las épicas y decisivas intervenciones del meta catalán, destacando un tempranero mano a mano con Henry sublime, un disparo durísimo del propio galo fuera del área en el primer acto dejando para la segunda parte un paradón a mano cambiada tras latigazo potente y ajustado de Ljunberg y otro tiro más del propio Henry, estrellado ante el meta rival en la noche parisina, en la que tenía que ser su noche y que finalmente no fue.



Tres años más tarde, volvería a ser relevante en Roma desbaratando el arreón inicial del Manchester United con Cristiano Ronaldo a la cabeza.

El presente más reciente está en boca de todos. A sus 31 años, con un palmarés envidiable y con la decisión en firme tomada de abandonar a final de la presente temporada la ciudad condal, Víctor atraviesa el mejor momento de su carrera deportiva, mereciendo por méritos propios ser en Brasil el portero titular de la selección española -lo cual no veremos por cierto- y deleitando a admiradores y detractores, mudos y escondidos como ratas de alcantarilla a día de hoy.



Sinceramente, creo que desde Can Barça no se es consciente todavía de lo complicado que va a resultar suplir a la doble V la temporada que viene. Siendo inviable retenerlo contra su propia voluntad y sin saber muy bien los motivos que avalan su marcha, creo que nunca lo sabremos -algunos hablan de problemas financieros evidentes tras sus negocios fallidos- se recordará siempre a Víctor como aquel portero solitario, tenaz y constante que siguió los consejos de su familia dejando a un lado la idea de abandonar definitivamente la Masia. Pero sobre todo será recordado como el mejor guardameta que ha vestido la camiseta del FC Barcelona. No lo duden.













domingo, 29 de septiembre de 2013

Del campo de hockey de Jesuitas a la sala de prensa

Sólo con mirarle a la cara uno ya se da cuenta de que estamos ante un futbolista diferente. Emana sabiduría y saber estar allá por donde va. Dentro del campo, pero sobre todo fuera de él. Por suerte, he tenido la oportunidad de coincidir con él en Zaragoza en dos o tres ocasiones junto a conocidos comunes dado que tanto él como yo crecimos, estudiamos y nos formamos en el colegio Jesús María El Salvador, más conocido como Jesuitas. Por si no lo saben todavía, hablo de Ander, Ander Herrera.

Piscinas de Jesuitas
Los que nos hemos curtido en las instalaciones de nuestro colegio pudimos verlo crecer. Ya desde muy pequeño llamaba la atención sobremanera. Recuerdo verlo corretear por las piscinas del colegio, siempre con un balón cosido, con una cara de trasto indescriptible, generalmente rodeado y liderando el grupo de sus amigos y, sobre todo, volviendo "loco" y llevando por la calle de la amargura al mítico Enrique Uribe, el gran Quique. En más de una ocasión juró en hebreo por alguna de las "hazañas" del pequeño Herrera.


Hay un momento que tengo grabado en mi memoria. Cuando mis padres se separaron mientras cursaba 2 de BUP tuve que quedarme a comer en el colegio ese año por problemas de logística. Un día cualquiera, al abandonar el comedor y salir a jugar nuestra eventual "pachanga" en el campo de hockey, quedé hipnotizado por un pequeño chaval de unos 7-8 años diría yo, no más, quien barría y dejaba retratado en el suelo a aquel que osase a quitarle el balón. Fue capaz, recuerdo, de regatear en menos de un minuto a unos diez compañeros, todos ellos desplomados y por los suelos mientras el insultante joven talento reinaba y hacía del balón su gran tesoro y de aquel campo de hockey su fortín inexpugnable.

Pero más allá de las destrezas técnicas que ya demostraba, mayúsculas por cierto, lo que más me impactó fueron los gestos faciales y expresiones corporales de aquel niño, un niño que ya había tomado la decisión de ser futbolista por aquel entonces.

El fortín inexpugnable de Ander


Obviamente, Ander duró en Jesuitas lo que dura un caramelo en la puerta de un colegio. Pronto recalaría en el Amistad y poco más tarde conquistaría Brunete alzándose campeón junto a sus compañeros del Real Zaragoza, mítica generación en la que también figura Pablo Alcolea, siendo nombrado, a su vez, el mejor jugador del torneo por méritos propios.

Poco más tarde, visitaría con la elástica del Real Zaragoza las instalaciones de nuestro colegio para enfrentarse a compañeros suyos, salvo error de un año más,  en un partido en el que si no me falla la memoria el resultado final fue 0-1, siendo el gol zaragocista del propio Ander de penalti tras un piscinazo de adivinen ustedes quién. Lo recuerdo, no por verlo, sino porque fue algo muy comentado en los días posteriores.

Durante los años venideros, el joven talento de Jesuitas siguió curtiéndose en la Ciudad Deportiva, liderando generalmente sus equipos pero no por ello dejó de pasar ciertas dificultades en su progresión, muchas de ellas procedentes de su desarrollo físico, que por momentos parecía no arrancar.

En 2005 se proclamaría campeón de España en categoría cadete y ya en periodo juvenil acabó destapando el tarro de las esencias demostrando que todo lo que años atrás se barruntaba en torno a su figura no era mera casualidad.


Ya en el 2008, habiendo Ander terminado su etapa como jugador juvenil -ese periodo en el que grandes promesas caen en el olvido- coincidí con él una noche de verano. Le pregunté que cómo le iba todo, si estaba contento, y él me dijo que sí, que era un privilegiado y que su sueño para la temporada que iba a empezar no era otro que tratar de evitar, en la medida de lo posible,  la Tercera División, aunque sí tenía que pasar por ahí lo haría encantado.

En febrero del año 2009 debutaría con el primer equipo en Segunda División. El chico se fue haciendo un hueco  y un rol de cierto peso en la primera plantilla, logrando el ascenso y debutando ese mismo año en Primera División el 29 de agosto contra el Tenerife. El sueño se cumplía.


Debut soñado


En aquella temporada de bautismo,  Herrera jugó 32 partidos macando dos goles. En general bastantes coincidíamos en que apuntaba maneras de ser un buen jugador, otros sin embargo decían que era blando mientras que algunos sostenían que estaba más tiempo en el suelo que de pie. Por no olvidar el ya célebre comentario de mi amigo Eduardo Cariñena, quien en un partido que vimos juntos en "El Charro", lugar frecuentado por Herrera y sus amigos, se arrancó y se atrevió a confirmar, seguro por entonces de sí mismo, "Ander no es jugador de Primera División".

De siempre el aficionado zaragocista ha sido especialmente exigente y poco generoso en halagos a jugadores de la casa. Los casos de Cani, Lafita y Zapater, entre otros, están ahí, especialmente el primero de ellos. Por suerte, mi amigo se vio obligado a recular, rectificó y aún se sonroja cada vez que le recuerdo semejante "perla"...

En la siguiente temporada, 2010-2011,  Ander se erigió como uno de los buques insignia de un equipo que volvería a lograr in extremis la salvacion. Sería su última temporada en el municipal poniendo rumbo a Lezama, donde el Athletic Club, por fin, conseguía hacer realidad un fichaje perseguido años atrás.

Un gol que vale un título


A día de hoy hablamos de un futbolista que lideró el campeonato de la rojita en la Eurocopa sub-21 con gol incluido en la final, finalista de Copa del Rey y de la Europa League y más que consolidado en Primera División, donde ya es uno de los pilares indiscutibles de su equipo.

Con 24 años es todo un hombre y da gusto verlo hablar tanto dentro como fuera del campo, últimamente en especial fuera de él, concretamente en sala de prensa donde en los últimos meses ha sentado cátedra. Sí, cátedra. Primero, al visitar La Romareda este año como visitante con unas palabras estremecedoras para el aficionado blanquillo...





....y segundo, al dar la cara tras los más que rumores que le llegaron a situar en Old Trafford este verano antes de tiempo haciendo gala de un compromiso y saber estar excelso. La extensa rueda de prensa, de obligada visión, confirma las dotes de Ander para responder con solvencia y salir airoso de las preguntas más que retorcidas de los periodistas, buscando sin acierto dejarlo en entredicho.






De aquí en adelante, sólo él nos irá sacando de dudas en torno a si defenderá o no algún día la camiseta de la selección española absoluta o si acabará fichando a corto/medio plazo por un club que, como a él le gusta decir, le satisfaga más que el Athletic Club y todo lo que le rodea. Veremos.

Pase lo que pase, Ander es lo que es, un gran jugador de fútbol, que se desvive por el balón y que sufre sin él. Una persona sensata, cabal y que tiene muy claro qué es lo que quiere conseguir y cómo conseguirlo, de la misma manera que un día consiguió hacer suyo el campo de hockey de Jesuitas que tanto le añora ahora desde la distancia.












domingo, 22 de septiembre de 2013

Aquellas tardes de domingo, ¿dónde están?

Por más que las busco no las encuentro. Y lo que es peor, no hay indicio alguno de que pueda llegar a disfrutar de nuevo de esas memorables jornadas futbolísticas vespertinas del domingo.

Ha llovido mucho desde entonces, y el fútbol, como la vida misma, ha evolucionado a un ritmo vertiginoso, insultante tal vez. De un tiempo a aquí vengo recordando con cierta nostalgia aquellas tardes de domingo de mi infancia en las que ya en la sobremesa me invadía un nudo en el estómago. Era acabar de comer e instalarme en mi cuarto, aislarme de mi familia, del mundo entero y confiar toda mi suerte al transistor.

Desde los siete u ocho años éramos como uña y carne, hermanos inseparables. "Quedábamos" regularmente a eso de las 16:00-16:30 hora, juntos conocíamos de primera mano todas las alineaciones y previas de los partidos que comenzaban a las 17:00 horas. Y juntos nos embarcábamos en el devenir de cada uno de ellos como el fiel lector que cuando devora un libro crea su propia aventura, la imagina y la viste a su antojo.






Venían a ser dos horas de auténtico infarto, de nervios, muchos nervios, dos horas en las que no dejaba de escucharse ese sonido sublime que tanto anhelo, ese: "pi pipi pi pi pipi pi pi pipi pi pi pipi pi" que daba pie a, sirva de ejemplo: "hay gol en Logroño, conectamos con Las Gaunas". Además, solía ser bastante habitual que coincidiesen en el tiempo dos o más goles para desesperación del moderador de turno. Recuerdo incluso vaticinar y tratar de averiguar si el gol era local o visitante en función del ambiente que se daba al conectar con el corresponsal de cada estadio. ¿Lo recuerdan?

Salvo error, solían disputarse en el mismo horario ocho partidos mientras que los otros dos restantes se jugaban en la noche del sábado por La2 y en Canal la noche del domingo cerrando la jornada con un Carlos Martínez que ya apuntaba maneras de convertirse en quien es actualmente, el mejor narrador deportivo de este país sin duda alguna.

En una familia donde el fútbol no resultaba ser un plato apetitoso sino más bien una imposición insalvable, ese momento de la semana resultaba ser vital, de una importancia extrema. Era mi momento, en mi soledad, y sólo yo puedo saber todo lo que sentí y gocé escuchando cientos o miles de goles casi siempre pegado a él, a mi transistor. No saben cuanto lo echo de menos.

Y digo casi siempre porque algún domingo al mes era un ritual ir a comer a Montañana a casa de mis abuelos junto a mis padres, hermano, tíos y primos varios. Ahí la cosa se complicaba y aún se acentuaba más si cabe mi enfermedad por, como dicen algunos ingenuos, ver a 22 tíos correr detrás de un balón. Si sólo fuera eso...

Volviendo al meollo del asunto, concluida la comida familiar mi meta era hacerme con el monopolio del mando de la televisión, lo cual conseguía finalmente no sin muchas dificultades, y conectar la tele permanentemente al teletexto. Sí, han leído bien, al teletexto, con dos cojones. Es importante comentar para entender la magnitud de mi "hazaña" que en el salón de mis abuelos, enorme, el televisor quedaba justo en medio de la habitación por lo que ello implicaba que los doce o trece comensales que nos juntábamos frecuentemente se "tragasen" por real decreto, les gustase o no, la estampa de verme ajeno a cualquier conversación familiar en curso y escucharme radiar cada uno de los goles que se iban produciendo con el paso de los minutos.




Tenías y debías estar atento al televisor porque, si lo recuerdan, los goles que se marcaban se reflejaban a modo de parpadeo durante sólo unos minutos. Cualquier distracción o despiste resultaba ser fatídico, de ahí que durante esas dos horas mi comportamiento resultase similar al de una momia, imperturbable. Por no hablar de la agonía que vivía un servidor cuando tu equipo ganaba por la mínima hasta ver como el teletexto confirmaba el final del partido y la suma de dos puntos -que no los tres actuales- que otorgaban una victoria. Hasta el punto de acercarme al televisor y tapar con la mano durante ese eterno tiempo de descuento el marcador del rival, pensando que de esa manera no parpadearía ni llegaría el gol fatídico que alterase el resultado final. Como dirían y me dicen mis amigos cántabros varios: "de traca".

Imagino que muchos de ustedes, salvando las distancias claro está, ven reflejada en estas líneas aquella tierna y singular infancia balompédica que vivimos. Eran otros tiempos y se quedaron en el pasado para no volver. A día de hoy nos encontramos inmersos en una vorágine televisiva atroz que ha conseguido desposeer de todo encanto a las infames tardes de los domingos.  No en vano, hace escasos minutos acaban de dar las 18:00 horas de este domingo 22 de septiembre y ya se han disputado seis de los diez partidos de la jornada y acaba de empezar, en solitario, la segunda parte del Celta - Villarreal. Como antaño, claro.

Siempre nos quedará el recuerdo, y en mi particular caso, ese transistor abastecedor de goles y alegrías o, en su obligada ausencia, esa página del ya a desuso teletexto. Aquellas tardes de domingos, ¿dónde están?









lunes, 16 de septiembre de 2013

La entrañable quinta del 82

Han sido muchas las personas que me han animado a dar forma a este proyecto. Quienes me conocen de verdad no han dejado de insistir y jalearme hasta conseguirlo. Sin ellos, dar este paso no hubiese sido posible y es por ello por lo que antes de nada me gustaría dar las gracias de todo corazón a mi familia, amigos y de manera especial a mi sufrida y paciente novia María, sabedora de lo que significa para mí poder expresar mis inquietudes de forma escrita, en soledad y cara a cara ante el ordenador.

Mi vocación de periodista frustrada, ejercida durante varios años de la mano del diario aragonés EQUIPO, vio su fin de forma paralela a mi finalización de estudios universitarios e incursión en el marcado laboral. Las circunstancias mandaban.

No fue fácil encontrar un título atractivo para este blog con el que engancharme a mí mismo. Las noches en vela se sucedían de forma inquietante y las ideas se multiplicaban sin encontrar el fruto deseado. Buscaba algo sencillo, nada farragoso y que definiese en mí una pasión enfermiza, porque lo es y no lo escondo, en torno al balón y todo lo que implica el deporte rey. Finalmente, mi condición de pertenecer a la entrañable y exclusiva quinta del 82 resultó ser vital.






Por suerte o por desgracia nací en un momento clave, un punto de inflexión para el fútbol en nuestro país. España conseguía albergar entre el 13 de junio y el 11 de julio el mayor evento del fútbol mundial y pese a que se cayó en segunda fase viendo como la Italia de Rossi derrotaba en la final a Alemania Federal aquel evento siempre será recordado por la mascota que dio color y representó a todos los españoles, nuestro eterno y flamante "Naranjito".

María Dolores Salto y José María Martín Pacheco crearon con un millón de pesetas una simpática y graciosa naranja que desbancó en su elección a tópicos e iconos varios de nuestro país como lo son los toros, la paella, panderetas, etc. Posteriormente sería vendida por 1.400 millones a una empresa de merchandising. El acierto fue, sin duda, devastador.

Desde entonces, el tiempo ha ido poniendo a nuestro fútbol en un lugar privilegiado no sin antes mucho sufrimiento y mazazos varios en campeonatos europeos y mundiales hasta llegar al año 2008, donde nuestra generación obtuvo una gratificante recompensa con aquél gol de Fernando Torres en la final ante la siempre competitiva y noble Alemania en la Eurocopa de Austria y Suiza.

Dos años más tarde Iker Casillas y el "elegido" Don Andrés Iniesta marcaban un antes y un después para el fútbol español en Sudáfrica ante Holanda conquistando por primera vez una Copa del Mundo, cerrando el ciclo, de momento, en el verano del año pasado, en un final que no fue tal donde los nuestros zarandearon, y de qué manera, en Kiev a una Italia que pagó muy caro su afán por tratar de tú a tú al combinado de Vicente del Bosque.


Pero no todo han sido selecciones, Eurocopas y Mundiales. Naranjito y nuestra privilegiada generación -porque así lo siento- han visto como Real Madrid y F.C.Barcelona, F.C. Barcelona y Real Madrid, elijan ustedes el orden, se han repartido títulos nacionales y europeos por delante de clasicazos del fútbol español como Atlético de Madrid, Valencia, Sevilla, Athletic de Bilbao, Real Sociedad y Real Zaragoza, entre otros.

Desde este espacio trataré, espero que con la ayuda de todos ustedes, de analizar y gestionar todo aquello que el fútbol  y el entorno que le rodea nos aporte y depare en el día a día sin dejar de lado por ello el resto de asuntos de interés, ocio, aficiones, etc.

Vivimos en un momento ya de por sí lo suficientemente "jodido", permítanme la expresión, como para amargarnos más. Es por ello por lo que se pretende, única y exclusivamente, desconectar, dejarse llevar y saborear de lo poco o único con lo que mucha gente se ilusiona en medio de la rutina y desidia que nos azota.

Pónganse cómodos, allá vamos.